Datos
del municipio
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Superficie:
22,11 km.2
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Población:
3.903 hab.
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Longitud
del litoral: 0 km.
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Altitud
capital municipio: 1.000 mts.
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Altitud
máxima: 1.771 mts.
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Emplazado
sobre las colinas emitidas por el volcán de la Calderilla, la
historia de Valleseco está íntimamente ligada a la producción
agrícola y a la explotación de las abundantes aguas de que dispone.
Esta relación entre asentamientos y recursos hídricos es evidente
a través del Libro de los Repartimientos, del siglo XVI, en
los que se advierte la ligazón que existe entre el municipio,
sus contornos y el agua.
Uno de los aspectos más llamativos
o sorprendentes para el visitante es el verdor del lugar,
contrastado éste con la toponimia, que resulta confusa a tenor
de la realidad. Curiosamente, Valleseco es delos escenarios
verdes más húmedos de Gran Canaria, no en vano se le ha llegado
a denominar la "Galicia de Canarias". Distintos
argumentos explican esta singularidad: en sus orígenes, aparecen
otros nombres como Valle Seco o Verde Seco, pero al consolidarse
el actual, algunos investigadores apuntan que se debe, fundamentalmente,
al estar los valles que lo flanquean mucho más favorecidos
por la presencia del agua, lo que se aprecia en el Barranco
de la Vírgen y Madrelagua, que lo flanquean a un lado y al
otro. Otra versión explica que en el momento de bautizar el
lugar, llovía de forma torrencial en esos valles cercanos,
pero no en éste, el central.
Pese a ser el municipio más
joven de Canarias, desde el siglo XVI aparece referenciado
en los documentos en relación al reparto de sus fértiles tierras.
Estas datas se sucedieron en el tiempo y, así, una de las
más relevantes se concedieron en el siglo XVIII, favoreciendo
a la mayordomía de Teror en la época de Carlos III (1767).
En otros casos, fueron beneficiadas algunas familias, como
sucede con la familia Troya, de los que hereda el nombre el
barrio municipal de Troyanas.
También es conocido el Mayorazgo
de Valleseco, que perteneció a Pablo Romero Palomino (sobrino
de la poetisa Agustina Romero, más conocida como "La Perejila").
Romero Palomino poseía un gran cortijo que se llamó Melero,
denominación por la que aún se conoce el paraje homónimo.
A este personaje singular se le ha dedicado una calle en el
casco urbano del municipio.
Como sucede en tantos lugares
de Canarias, muchos de sus vecinos tuvieron que emigrar a
América en momentos muy difíciles para las islas. Algunos
de los isleños llegaron a alcanzar altas cotas de poder en
el plano económico y político de las sociedades indianas.
Un ejemplo paradigmático e interesante lo constituye la familia
Monagas, cuyos descendientes, procedentes de Valleseco, llegaron
a la mismísima presidencia de la república de Venezuela, dando,
incluso, nombre a un estado, situado al NE de República y
cuya capital es Maturín.
La trayectoria de la constitución
de Valleseco como jurisdicción fue bastante dilatada en el
tiempo, y no se resuelve hasta el siglo XIX, permaneciendo
hasta este momento en el seno de Teror. Los motivos que se
debaten para aclarar su segregación son varios, argumentándose,
según los estudios realizados, una causa religiosa, una política
y otra natural.
El motivo religioso encuentra
argumentos más sólidos en el crecimiento y desarrollo de la
población, por lo que se solicita, para su atención espiritual,
la construcción de la Ermita de San Vicente Ferrer, en 1740.
Las obras finalizaron seis años después y con esta fábrica
se pretendía aliviar a los vecinos de la penosa empresa de
desplazarse a Teror para cumplir con sus deberes religiosos.
La indolencia que mostraban muchos sacerdotes de la parroquia
de Nuestra Señora del Pino, a la hora de desplazarse a Valleseco
para cumplir con su cometido, es el motivo por el cual la
población de Valleseco decide contratar a un religioso para
que preste sus servicios a la ferviente feligresía.
Esta ermita eligió la advocación
de un santo dominico, lo que justifica que esta devoción fuera
difundida por los frailes dominicos, que se llevaron la imagen
entronizada, desde Teror. Tras casi un siglo, en 1843, se
consigue la independencia parroquial, con el primer presbítero,
Francisco Bernardo Guerra. Más adelante, en 1887, por el deterioro
y poca capacidad de la vieja ermita, se decide construir la
actual iglesia.
La causa política y natural
parecen tener cierta relación, puesto que los motivos esgrimidos
por Bartolomé Sarmiento y sus acólitos, quienes llevan esta
iniciativa a la Diputación provincial, se basan en la difícil
gestión y administración de un territorio tan vasto, como
era en aquel entonces la jurisdicción de Teror. Las gestiones
para conseguirla se inician en 1839, contando ese mismo año
con el consentimiento del alcalde de Teror, pero las disputas
acerca de las líneas fronterizas dificultan la resolución,
continuando los problemas después de la separación. La zona
de conflicto fue Madrelagua y La Culata, decidiéndose finalmente,
de forma salomónica, dejar esta última para Teror y la primera
para Valleseco.
De este modo, Bartolomé Sarmiento
de Cárdenes accede a la alcaldía del recién estrenado
Ayuntamiento, quedando reconocido su esfuerzo en la emancipación
municipal, que se consigue en 1842, aunque es concedida de
modo oficial un año después, con la aprobación del Gobierno
Central.
En
la actualidad, y tal como ha sucedido a lo largo de su lacónica
historia, el municipio de Valleseco es un territorio con una
fuerte vocación agrícola. La existencia de un fértil territorio,
generado a partir de las coladas emitidas por La Calderilla,
que rellenaron el fondo del barranco donde se encuentran los
núcleos de Lanzarote y Valleseco, junto con el aspecto climático,
propicia la posibilidad de una producción basada, fundamentalmente,
en las papas, el millo y todo tipo de frutales. La fruta más
destacada es la manzana, producida con dos variedades principales:
la reineta del Canadá y la manzana francesa.
El edificio más notable de Valleseco
es la Iglesia de San Vicente Ferrer, fábrica sencilla y ecléctica
en su estilo, erigida según proyecto de Laureano Arroyo Velazco.
Su interior está dividido en tres naves abovedadas, y destaca
el púlpito y los artesonados situados debajo del coro, que
son característicos de la tradición mudéjar. También son dignos
de resaltar el "cepillo de ánimas" y el "cepillo de San
Vicente", por su antigüedad y peculiaridad. Entre las imágenes
más veneradas están la talla de San Vicente Ferrer, titular
de la parroquia, y la Vírgen de la Encarnación, imagen de
vestir.
Una afirmación que no ofrece
duda alguna es la consideración de Valleseco como el municipio
norteño con la muestra más rica y variada de casas tradicionales
con cubiertas de teja. Por toda la geografía municipal encontraremos
muestras de esta tipología constructiva, que bien por abandono,
bien por remodelaciones o reformas, es tan escasa en otros
municipios norteños. Es en este municipio donde podremos contemplar
cómo estas construcciones son realmente estructuras
concebidas desde la funcionalidad y no desde la estética,
consiguiendo una perfecta integración con el entorno.
Este carácter funcional explica
la sencillez y composición de las viviendas, conformadas generalmente
por las estancias estrictamente necesarias para el correcto
desarrollo de las labores domésticas y agrícolas. De esta
manera, nos encontraremos con casas cuya planta dibuja una
L, o una U, en virtud de las características del medio, de
las actividades y de los recursos disponibles, empleando,
normalmente, los materiales constructivos que ofrecía el medio
inmediato. En estas viviendas, el techo presenta una disposición
a dos o cuatro aguas, con cubierta de teja árabe. Otro tipo
edificatorio frecuente en el municipio es la casa de posta,
con su peculiar porche, asentada junto a los antiguos caminos
de herradura.
Por otro lado, se puede afirmar
que el agua ha formado parte importante en la cultura y desarrollo
del municipio, además de la documentación histórica que refiere
distintos pleitos por el agua o los topónimos que aluden a
la presencia y abundancia del líquido elemento, tal y como
sucede con Madrelagua (la madre, o madre agua).
Aunque su nombre no figure en
la denominación original de la Heredad, integrada por Arucas
y Firgas, está plenamente justificado incluir la producción
hídrica que se produce en este municipio, pues las cuencas
de recepción o recogida de agua se extienden por toda la geografía
municipal. En este sentido, tal y como recoge Teodoro Rosales
en su obra sobre la Heredad de Arucas y Firgas, las aguas
que discurrían por el Barranco de la Vírgen pasaban por el
denominado Cortijo de Valsendero, y llegaban hasta Las Madres,
desde donde se canalizaban hasta los caudales del referido
heredamiento. Este aprovechamiento de los recursos se remonta
a principios del siglo XVI.
Esta peculiar cultura hidráulica
ha dejado muestras en el paisaje y ha enriquecido el patrimonio
etnográfico del municipio. Entre los inmuebles destacados
de esta categoría se han contabilizado cuatro molinos de agua,
a los que hay que sumar un quinto, que linda con Firgas. La
gran mayoría de ellos muelen gracias a la corriente de agua
de la Heredad de Arucas y Firgas. Muy destacado en la imagen
que se aprende de Valleseco son sus acequias, que en determinados
puntos se convierten en los típicos lavaderos que, a manera
de porches o alpendres, constituyen una de las imágenes más
típicas y conocidas del municipio.
La fiesta más importante del
municipio es la de su patrono, San Vicente Ferrer, que se
celebra a finales de mayo o comienzos de junio, dependiendo
de la Semana Santa. Además de esta celebración, el 5 de abril
se festeja el día del santo, con una tradicional ofrenda de
los productos obtenidos en la agricultura, conocida con el
nombre de "Queso de San Vicente".
También acuden muchos romeros
a la fiesta de la Vírgen de la Encarnación, cuya imagen, colocada
en el frontis de la iglesia para la ocasión, recibe
la ofrenda de los productos de la tierra, con señalado protagonismo
de las manzanas, de ahí que también sea conocida como "La
Fiesta de la Manzana". Participan en la misma grupos folclóricos
que entonan canciones populares canarias, en las que nunca
falta "Pa´ Valleseco de Romería", dedicada a San Vicente.
Como en todas estas celebraciones, no falta la degustación
de los productos característicos de la zona.
De
la misma manera son tradicionales, si bien menos multitudinarias,
las fiestas de los barrios, como la de Valsendero, que venera
a San Luis Gonzaga (último domingo de junio) o las de la Vírgen
del Carmen, en el Zumacal (mediados de julio), y Santa Rosa
de Lima, en Lanzarote (23 de agosto). En estas fiestas es
cuando sale a relucir la artesanía local, rica en bordados
y en trabajos de madera: los arados, yugos, trillos, queseras
y loceros, entre muchas más variedades que sobresalen.
Francisco J. Estévez Domínguez
Guía Turística y Cultural del Norte de Gran Canaria
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