Datos
del municipio
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Superficie:
15,77 km.2
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Población:
7.648 hab.
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Longitud
del litoral: 0 km.
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Altitud
capital municipio: 465 mts.
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Altitud
máxima: 968 m
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El
término de Firgas, que deriva del topónimo aborigen Afurgad,
y entre otras interpretaciones significa pradera
o lugar de vegetación, es el municipio más reducido de
la isla, con apenas 15 km2 de superficie. Sin
embargo, no existe vínculo alguno entre superficie y relevancia
histórica, ya que este pequeño municipio ha jugado un papel
importante en el desarrollo histórico de la comarca, tal y como
veremos a continuación.
Los enterramientos colectivos
de El Hormiguero, de factura aborigen, son el testimonio de
un poblado prehispánico, emplazado en el yacimiento de La
Guancha. Las crónicas apuntan a un aprovechamiento directo
de los recursos hídricos por parte de la población aborigen,
ya que señalan la existencia de una acequia como principal
obra de irrigación.
Desde el momento en el que se
procede al Repartimiento de la isla, tocándole en suerte al
burgalés Tomás Rodríguez de Palenzuela tierras en Firgas,
comienza su peculiar andadura esta circunscripción, que, aunque
ligada hasta el siglo XIX al término de Arucas, no deja de
sorprender y fascinar por los continuos avatares y entresijos
que le va a deparar la historia.
La evolución de Firgas es una
estrecha e íntima relación entre el ser humano y el agua.
Esta afinidad es aún visible en el paisaje firguense. Acequias,
cantoneras, pequeños acueductos, manantiales, pozos, balnearios
son elementos constantes del paisaje municipal, guardando
celosamente cada uno de ellos un pasado pletórico y sorprendente.
El emplazamiento de Firgas obedece
a las enormes posibilidades que atisbó Tomás Rodríguez de
Palenzuela en estos predios, pues a las fértiles tierras que
le tocó se unieron los amplios caudales que ofrecía el naciente
de Las Madres, en el barranco de Guadalupe o Aumastel. Las
amplias disponibilidades hidráulicas y agrónomas posibilitaron
el desarrollo de una floreciente industria azucarera,
construyéndose varios ingenios y dedicándose importantes
áreas al cultivo de la caña de azúcar.
La implantación de estos cultivos
y de los trapiches azucareros tuvo nefastas consecuencias
para la Selva de Doramas, que se desarrollaba en la
casi totalidad del municipio. Las roturaciones para la práctica
agrícola, así como el desmesurado consumo de madera en los
ingenios azucareros, supusieron el principio del fin de esta
suntuosa masa forestal.
Un capítulo muy importante para
el devenir de esta comarca fue el empecinamiento de Tomás
de Palenzuela en canalizar las aguas de los nacientes de Las
Madres, primero hasta Firgas y, a continuación, hasta Arucas.
Esta notable obra es, probablemente, el epílogo de la próspera
Heredad de Aguas de Arucas y Firgas, una de las primeras corporaciones
comunales surgidas tras la Conquista y que hoy en día aún
permanece sólida.
En el año 1506, y al igual que
Arucas, jurisdicción en la cual se integraba Firgas, está
construida la primera ermita, bajo la advocación de San Juan
de Ortega, santo que no contará con la aquiescencia ni veneración
popular. A esta ermita se le adhiere en 1613 el Convento de
la Orden Dominicana, que gran importancia tuvo en el desarrollo
cultural no sólo del municipio, sino de toda la jurisdicción.
La desamortización de Mendizábal, realizada en el siglo XIX,
y bajo la cual se expropiaron los bienes religiosos, que posteriormente
se enajenaron, supuso el fin de la presencia de los dominicos
en esta zona, así como de la formación intelectual de muchos
feligreses, que cultivaban su espíritu y su intelecto en este
convento.
A
pesar del hundimiento de la producción azucarera, y debido
a la alta productividad que ofrecía su campiña,no cesó de
aumentar la superficie agrícola. La introducción en el siglo
XVII de la papa y el millo tuvo una gran proyección en el
paisaje de estas medianías, al ser unos productos que rápidamente
se generalizaron, convirtiéndose en artículos básicos de la
dieta campesina. Asimismo, la modificación de la propiedad
de la tierra, adquiriendo cada vez más protagonismo el terrazgo,
como la mejora en las obras de regadío, propician que el municipio
minimice los efectos de la crisis azucarera y pase de una
economía agrícola, basada en los productos de exportación,
a una economía agrícola sustentada en la generación de productos
destinados al autoabastecimiento o al mercado local.
La dilatación de la superficie
cultivada, debido principalmente al proceso privatizador de
las tierras públicas, supuso el irremediable óbito de la Selva
de Doramas, bastante mermada ya por las continuas roturaciones
y talas abusivas que se realizaban en sus dominios, quedando,
de este modo, relegada a las áreas más improductivas del municipio,
tales como escarpes o frentes inaccesibles.
Tras varios intentos fallidos,
por las continuas fluctuaciones políticas acaecidas en el
segundo cuarto del siglo XIX, en el año 1835 Firgas se segrega
finalmente de Arucas, al amparo del cambio político y de régimen
que se produce tras el fallecimiento de Fernando VII, “el
deseado”. Hay un aspecto bastante anecdótico en la historia
de Firgas. Normalmente se consuma primero la independencia
religiosa, con la creación de una parroquia, y posteriormente
se accede a la autonomía política. Sin embargo, la fundación
de la parroquia de San Roque, patrono auspiciado por la devoción
popular, frente a San Juan de Ortega, impuesto por la devoción
familiar de Tomás de Palenzuela, no se produce hasta 1845,
una década después de su nacimiento como municipio independiente.
En el siglo XIX irrumpe con
fuerza un nuevo monocultivo: la cochinilla, un parásito de
las tuneras con el que se elaboraba un colorante rojo de gran
valor comercial. Sin embargo, el descubrimiento de colorantes
artificiales (anilinas) interrumpió el breve período de prosperidad
propiciado por este cultivo.
A principios del siglo XX, con
la introducción del plátano se crea, en las áreas de vega
y en las lomas hacia el litoral, un exuberante paisaje subtropical
que, aunque más propio de otros climas más húmedos, conformó
un ambiente agradable de verdor permanente. Debido a las grandes
exigencias hídricas de este cultivo, se realizan gran cantidad
de estanques, canales, depósitos, se perforan pozos y galerías
que singularizan el paisaje del municipio.
Un elemento importante del paisaje
rural, creado a lo largo de los siglos, son los elementos
arquitectónicos tradicionales. Empero, con el abandono de
las actividades tradicionales, se inicia el despoblamiento
de los caseríos y la deserción de las áreas agrícolas, manteniéndose
sólo la agricultura en las áreas más favorables, bien por
la disponibilidad de riego, bien por las posibilidades agroambientales.
En la actualidad, Firgas es
un municipio eminentemente agrícola, aunque su producción
se ha reducido considerablemente en relación con la que se
cosechaba hace apenas unas décadas. Un aspecto importante,
sobre todo desde el punto de vista paisajístico, es el conocido
fenómeno de la segunda residencia, construcciones de nueva
planta que, en bastantes ocasiones, introducen nuevos conceptos
arquitectónicos no basados en los tradicionales, creando un
escenario donde el hábitat se encuentra muy disperso y poco
mimetizado en el entorno.
Desde el punto de vista natural
y etnográfico, la visita al barranco de Azuaje es una referencia
casi obligada dentro del municipio de Firgas. Es el mismo
cauce que el barranco de La Virgen, recibiendo también la
denominación de Guadalupe.
En la carretera hacia Las Madres
podremos apreciar los cultivos de berros, cosechados gracias
a la disponibilidad de agua, ya que necesitan una superficie
encharcada para su correcto desarrollo.
En
el casco urbano, la iglesia parroquial de San Roque alberga
unas imágenes de bella factura, entre las que destaca la de
San Cayetano. Asimismo, San Juan de Ortega, primer patrono
de la villa, completa la lista de imágenes interesantes, pues
cuenta con un busto en el interior del templo parroquial.
En el exterior, destaca la espadaña que corona su fachada,
realizada en cantería de Arucas, con decoración de temas vegetales,
fechada en 1924.
De gran valor etnográfico es
el molino de gofio y harina. Emplazado sobre una acequia de
la Heredad de Aguas, en pleno casco urbano, es un magnífico
ejemplo del empleo de la fuerza motriz que se obtiene provocando
pequeños saltos de agua en estas canalizaciones, capaces
de mover, gracias a este aprovechamiento energético, las piedras
basálticas que trituran el grano.
Un paseo por el casco urbano
nos permitirá apreciar pequeños rincones de gran atractivo
e interés, como la actual Casa de la Cultura. Fue una pensión
donde encontraban cobijo los visitantes de la villa, a partir
del siglo XIX, constituyendo uno de los primeros ejemplos
de turismo rural acaecidos en las medianías grancanarias.
Su hermoso patio y su frontis son, quizás, sus elementos arquitectónicos
más considerables.
El Paseo de Gran Canaria y el
Paseo de Canarias son obras más recientes en el tiempo,
donde se trata de conjugar el espíritu regional e insular,
mediante la ilustración de los escudos municipales y la reproducción
de cada una de las islas, con el paisaje visual y sonoro de
los caudales de agua, propios de la historia de la villa.
En el capítulo festivo, San
Roque, celebrado el 16 de agosto, es el día más festejado
en el municipio. La famosa Bajada del Palo, desde el que se
iza la bandera de las fiestas, es un episodio cultural bastante
relevante en las mismas, así como la romería, que ofrece hermosas
escenas de tipismo y tradición folclórica.
En menor medida, otras fiestas
de interés son San Luis de Gonzaga, celebradas en el casco
en el mes de junio, y las fiestas del Pilar, en el barrio
de Casablanca.
Francisco J. Estévez Domínguez
Guía Turística y Cultural del Norte de Gran Canaria
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